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Ahorro de Energía y Patologías Frecuentes en Fachadas

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Se dice que la cara es el espejo del alma…y la fachada de un edificio es un factor importante a la hora de determinar el confort en el interior de nuestras viviendas. Si una fachada se ha ejecutado correctamente puede ahorrar mucha energía. Sin embargo, cuando presenta patologías, además de producir molestias que dificultan o impiden la habitabilidad del edificio, puede aumentar considerablemente nuestra factura eléctrica, debido a las pérdidas energéticas que se producen, algo que convendrá ser detectado con prontitud.

En primer lugar, nos preguntaremos por qué nuestra fachada tiene pérdidas de energía, es decir, por qué la vivienda no conserva el calor o el frío que tenemos en el interior.

El primer paso, obviamente será conocer la sección contructiva de nuestra fachada. Para esto habrá que ver de qué materiales está compuesta (y el orden de colocación de los mismos) y qué grosor tiene cada uno. Estas dos características determinarán las cuestiones que vamos a intentar resolver. Otro factor importante será la ubicación y la orientación de nuestra fachada.
Nos centramos en las patologías que sufren las fachadas de ladrillo o bloque ,por ser la mayoría, aunque lo conveniente será estudiar detenidamente cada caso.

Un factor determinante será detectar el origen de esas pérdidas de energía que pueden ser por:

– agentes meteorológicos: lluvia, radiación solar, ciclos frío-calor, ciclos hielo-deshielo
– envejecimiento: degradación de los materiales, mal uso, mala conservación y mantenimiento
– agresión química ambiental: pueden afectar a los acabados interiores y al conjunto
– movimientos de la estructura: deformaciones, asientos, roturas estructurales
– humedades: por capilaridad, por condensación, por filtraciones exteriores, o por pérdidas de las instalaciones
– acciones biológicas: microorganismos, mohos, insectos
– traumatismos o accidentes: incendios, sismo, golpes por el uso, añadidos indebidos

Las patologías más frecuentes en ladrillo o bloques de cara vista son:

– Humedades producidas por pérdida de mortero de las juntas o deterioro del ladrillo o bloque.
– Fisuras o grietas verticales en esquinas. Se producen por el movimiento existente a causa de los cambios d temperatura. Para esto se recomienda construir con juntas de dilatación (recomendables cada 12 metros). A veces también se producen por una disminución en la sección de la fachada para poder forrar el pilar de esquina.
– Fisuras horizontales en antepechos de cubierta. Marcando la cara superior del forjado por empuje del tablero de cubierta o por ausencia de junta perimetral.
– Agrietamiento o colapso de la hoja exterior. Apoyo escaso en el forjado, ausencia de juntas de dilatación, expansión higrotérmica de la fábrica o insuficiencia de la estructura.

Si se trata de ladrillo con revestimiento continuo (enfoscados y monocapas son los más habituales), las patologías más frecuentes serán:

– Desprendimientos o desconchados. Por la incorrecta preparación del soporte por estar excesivamente seco. Por tratarse de superficies excesivamente lisas. O bien por falta de limpieza (presencia de polvo, desencofrantes, pinturas, etc).
– Fisuraciones (en el revestimiento o en la propia fábrica). Pueden ser debidas a la retracción del mortero (por una incorrecta dosificación, exceso de agua o de cemento), por la aplicación en condiciones desfavorables (excesivo soleamiento, viento seco, mal curado). Espesores excesivos o insuficientes. o bien por el encuentro de dos materiales diferentes (ausencia de mallas en las juntas).
– Pérdida de estanqueidad. Las fisuras, desconchados, degradación de la pintura afectan a la estanqueidad de la fachada.
– Humedades por capilaridad, condensaciones, filtraciones, pérdidas de las instalaciones (roturas de bajantes o ausencia de canalón.

Una vez que se comprueba que la cara exterior está en buenas condiciones, es bastante habitual que las pérdidas de energía se deban a un mal aislamiento de la fachada.

La primera cuestión será determinar qué aislamiento tiene nuestra fachada y dónde se encuentra el problema que hay que reparar.

Si no existiera aislamiento exterior, podría hacerse incorporandolo mediante paneles exteriores, pero suele ser la solución menos económica y alterará la imagen de nuestra fachada.
Una alternativa a éste aislamiento exterior es el aislamiento por inyección en la cámara de aire mediante espuma, bolitas de poliestireno o gránulos de mineral.

También se puede mejorar el aislamiento desde el interior de nuestra vivienda, aunque supondría trasdosar la hoja interior y se perdería espacio.

Otra patología por la que podemos perder energía en nuestra fachada es la de la existencia de puentes térmicos. Éstos suelen producirse por el deficiente aislamiento en los huecos de fachada.

Hay muchas soluciones que mejoran la calidad de este aislamiento en los huecos de fachada, entre otras:

– la sustitución de los vidrios por otros más aislantes o, incluso de control solar
– la sustitución de la carpintería. No es lo mismo una ventana corredera abatible u oscilobatiente. También es muy eficaz la solución de poner carpintería con rotura de puente térmico ya que favorece considerablemente la estanqueidad de las ventanas.
– Prestar atención a las cajas de las persianas de nuestra vivienda.

Generalmente, hasta que no se detecta una patología en la fachada del edificio, la comunidad de propietarios no interviene y soluciona el problema. Sin embargo, hay que tener en cuenta que al mismo tiempo que se realizan estas obras, es relativamente sencillo mejorar la demanda energética del edificio, pues supone un pequeño incremento en el precio final consiguiendo un ahorro que podrían llegar hasta el 50% del consumo de la energía total.

Por ello, recomendamos que expertos realicen un estudio detallado de las diferentes opciones de inversión y amortización de las soluciones adoptadas, teniendo también en cuenta la demanda de energía final del edificio.

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