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Los Edificios Eficientes pueden ser «Edificios Enfermos»

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En el British Medical Journal, se afirma que los proyectos de eficiencia energética en edificios podrían suponer un aumento del 56.6 % en las concentraciones de radón. Así, se convertirían en edificios enfermos. Pero, ¿cómo llegar a darse esta condición de edificios eficientes enfermos?

La Organización Mundial de la Salud (OMS), es el organismo de la Organización de las Naciones Unidas, especializado en gestionar políticas de prevención, promoción e intervención en salud a nivel mundial. Esta reciente investigación resulta importante para la Organización, ya que puede suponer un riesgo para la salud.

“La exposición al radón, después del tabaquismo, es el factor más importante de riesgo en el desarrollo de cáncer de pulmón”.

El radón es un gas incoloro, que se produce de forma natural, por el resultado indirecto de la descomposición de uranio y torio. Este puede ser encontrado en el aire del interior de un hogar, generando un polvo radiactivo que se retiene en las vías respiratorias. Como consecuencia de esta radiación, se provoca un daño pulmonar que incrementa la posibilidad de desarrollar un cáncer.

“Se estima que cada año en Reino Unido hay 1.400 casos de este tipo de cáncer y 21.000 en EEUU”.

Se ha observado un aumento del radón tras realizar mejoras de eficiencia energética, alterando la forma en la que los edificios renuevan el aire en su interior. Si estas obras no son realizadas por de empresas especializadas, el edificio puede convertirse en un “edificio enfermo”.

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Definición y soluciones

Un estudio de 2013 sugiere que existen riesgos similares a los mencionados en edificios reformados por el crecimiento del moho o el síndrome del edificio enfermo. En este, los inquilinos experimentan problemas de salud por habitar dichos edificios. Cuando la humedad queda atrapada dentro del mismo, habrá más moho en el interior. En esta situación, los vecinos serán propensos a padecer fatiga crónica, irritación pulmonar y ojos llorosos. Así, tener una buena calidad del aire interior se convertirá en clave a la hora de evitar edificios eficientes enfermos.

¿Cómo conseguir una buena calidad del aire interior en los edificios?

Principalmente, cuando el aire está libre de olores y polvo, cuando no está ni demasiado quieto ni hay corrientes de aire y cuando la temperatura y humedad son cómodas. Por ello, como soluciones al síndrome del edificio enfermo se recomienda la ventilación diaria de la vivienda y si existe ventilación cruzada, mejor.

La vegetación y las plantas dentro de los edificios ayudan a purificar el aire. Además los equipos mecánicos o instalaciones de los edificios deben ser mantenidos en buenas condiciones sanitarias.

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¿Cuáles son las fuentes más comunes de problemas de calidad de aire interior?

Los contaminantes pueden tener su origen en una variedad de fuentes tanto dentro como fuera del edificio. Puede surgir tanto por materiales químicos, bacterias, hongos, polen y el polvo, como por otros factores que no tienen que ver con la calidad del aire. Ejemplos de este segundo caso son la temperatura, la humedad, la iluminación, el ruido, el estrés personal y las condiciones de salud pre-existentes. Además influye el mantenimiento de los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, los materiales de limpieza, cosméticos o desechos metabólicos (respiración y transpiración).

En definitiva, el uso de equipos para controlar la calidad del aire interior en los edificios podría reducir o eliminar los impactos negativos que se producen. Por ello, habría que intentar que nuestro edificios sean más eficientes energéticamente pero controlando el impacto negativo que puedan tener sobre las salud de sus ocupantes.

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