Hogar Propio, Huerto propio: Cómo cumplir el Sueño de Comer alimentos Cultivados en Casa

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Tener una casa en propiedad es el objetivo de muchas personas. Si ese inmueble además tiene amenidades propias y ha sido diseñado por los dueños, cuanto mejor. Las opciones prefabricadas son una forma de obtener ese hogar soñado, hecho a medida de las necesidades de las personas que lo habitarán y con la tecnología más nueva para evitar fugas de calor y problemas de humedad, por ejemplo.

Lo que no muchos conocen es que la tecnología de prefabricación se extiende también a las casetas de jardin, un aliado clave a la hora de hacer un huerto hogareño que permita comer más sano, con la tranquilidad de saber que los ingredientes de la receta fueron cosechados por nuestras propias manos. Aquí el paso a paso para tener un huerto hogareño sin hacer una inversión estrepitosa.

Paso 1: Planificar

Como en casi cualquier plan, tomarse un momento para reflexionar siempre es útil. Lo primero que hay que analizar es el terreno disponible para este proyecto. Aunque no hace falta tener un espacio enorme, es cierto que el lugar que se destine al huerto no podrá ser usado para otra cosa, así que conviene que sea un espacio que no corte la circulación del jardín ni impida a los más pequeños jugar a la pelota, por ejemplo.

Al mismo tiempo, si el plan incluye una caseta de jardín, hay que elegir el lugar dónde emplazarla. Una buena idea es optar por una caseta prefabricada, ya que tienen un aspecto muy estético, como de una cabaña. Incluso hay personas que eligen este espacio para montar una oficina en exteriores o un pequeño estar para disfrutar de un picnic en el exterior con amigos.

Paso 2: Comparar Precios

Una vez definidas las cuestiones centrales, llega la hora de hacer las cuentas. Lo bueno de este proyecto es que puede ser progresivo. A diferencia de una casa, no hace falta hacerlo todo de una vez. Se puede, por ejemplo, empezar por la caseta y en otro momento comprar las herramientas como palas, regaderas y tijeras.

Esta separación «en cuotas» hace que tanto la carga de trabajo como la carga económica sean más llevaderas para la familia. Además, se sabe que las prisas no son amigas de la agricultura ni de la jardinería, así que adoptar un enfoque relajado puede ser útil también para el desarrollo futuro del huerto.

Paso 3: Preparar el Terreno

Para completar este paso será necesario diseñar y delimitar los espacios, teniendo en cuenta cuáles cultivos necesitan más luz y cuáles más sombra. Una idea útil puede ser comprar un libro sobre el tema que tenga información específica sobre cultivos hogareños en zonas similares al lugar donde está emplazada la vivienda, para evitarse la frustración de haber colocado una planta tropical en un clima frío.

En caso de trabajar con macetas o camas de cultivo elevadas, una buena idea es asegurarse de estar usando tierra específica para huertos, ya que tienen mayor cantidad de nutrientes y suele estar libre de plagas.

Paso 4: Cuidar de las Plantas

Este parece un paso sencillo pero no lo es, ya que el cuidado de las plantas no se limita a regarlas cada tanto y verlas crecer, sino que implica involucrarse activamente con la preparación del suelo y la vigilancia permanente para evitar insectos indeseados o enfermedades.

En el caso de encontrar problemas, manchas y otras anomalías en tallos y hojas, conviene ir a un vivero o a una tienda especializada para encontrar la solución. Incluso es posible que haya una solución natural al problema, como el ajo, el jabón potásico y algunos aceites esenciales.

Finalmente, parte del cuidado de la planta está en su alimentación. De ser posible, es útil tener un compost para abonar el terreno con los desechos de frutas, verduras y hojarasca. Esto cumple una doble función, ayuda a que la basura que tiramos sea menos contaminante y permite que se recicle naturalmente la materia orgánica de los alimentos que consumimos. Aunque requiere sus cuidados, el compost es un win-win para la huerta y la sostenibilidad.

Paso 5: Cosechar y Disfrutar

La mejor parte de tener un huerto propio es, sin lugar a dudas, la cosecha. Recoger los frutos de tanto trabajo es reconfortante y un orgullo para toda la familia. Además, es una excelente forma para involucrar a los niños en una actividad a través de la cual aprenden sobre el ciclo de las plantas y sobre la alimentación saludable. Incluso es posible que tengan más ganas de comer las verduras que han cosechado que las del supermercado, evitando esas peleas interminables en la mesa.

Si alguna de las plantaciones permite producir más de lo que la familia va a consumir, hay que buscar formas de conservar el fruto, a través de preparaciones fermentadas, mermeladas o incluso haciendo recetas especiales de licores. Otra opción es regalarlo a personas queridas y vecinos.

En definitiva, un huerto hogareño no solo transforma la alimentación, sino que también conecta a la familia con la naturaleza y aporta un sentido de logro para todos los involucrados. Es una idea de bajo costo y muchas ganancias, tanto en salud como en diversión y vínculos.

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